viernes, 8 de enero de 2016

2. El abismo prometido.

Pocos diablos son más voraces que aquel que llamamos felicidad. Nunca tiene suficiente, y para saciar su apetito se vale de voluntades ajenas a las que promete una realidad que dista de serlo. Y aun así la ansiamos desesperados, a sabiendas de que el esfuerzo requerirá un pago que nunca será satisfecho. Efímero momento. Ilusión. Desvanecimiento. Desazón.
Y sin embargo, la anhelo como el que más, tratando de aferrarla para siempre cuando creo acariciarla. Pero se escurre entre los dedos y se aleja entre risas, las mismas que persigo mientras brotan las lágrimas del niño que no quiero dejar de ser. Miro hacia atrás, y la realidad, que incansable me sigue, cruda y desapacible, me ofrece sus brazos para llorar. Pero niego su amor, reniego de su verdad, todo lo que quiero lo tiene felicidad.
   
   Imagen de Guillame Néry.

No hay comentarios:

Publicar un comentario