viernes, 8 de enero de 2016

5. Y sin embargo humano.

Es negro y profundo el abismo donde caen las almas que son heridas de gravedad por la empozoñada punta de la daga que empuña la traición, que inmisericorde infringe severos cortes por donde escapa a borbotones la confianza en los otros y en uno mismo. ¿Qué puede la bestia que, asustada y afligida, se oculta en el rincón más alejado, salvo lamerse unas heridas que no cicatrizarán jamás? Sus ojos no atisban un mañana mejor cuando tan terrible es el presente y fue el pasado tan dulce. Hacía allí abre sus puertas la memoria, dejando que la triste melancolía inunde los campos sobre los que debe posar los pies el ánimo, que, desfalleciente, decide sentarse y aguardar un mañana mejor que ya nunca vendrá, porque los ojos que contemplan el mundo sólo advierten sombras en las que acechan fauces terribles que esperan el momento adecuado para desgarrar y despedazar,crueles, la carne del que lucha ofrece cuando nada hay que ganar sin la venida de la esperanza que tan lejos queda, tan inalcanzable como deseada, tan imposible.
   Es un largo e incierto camino lleno de terrores que enfrentar el que la bestia herida tiene ante sí. Y lo teme en demasía, pues andarlo le exige exponer sus debilidades nuevamente al alcance de extraños embaucadores, portadores de males, que empuñan terribles armas y que sólo ofrecen promesas de sufrimiento. Y la bestia, que cada vez se reconoce más a sí misma como tal, se siente desesperadamente sola y abandonada, rechazada. Y aunque ese es el peor de los pesares, el dolor más profundo e insoportable, es allí, en aquel lejano y oscuro rincón donde decide permanecer asustada de todo, incluso de sí misma. Tal es el veneno que baña la hoja de la daga que empuña la traición, la misma que a todos anhela alcanzar.

   Imagen de Tizzyru. 

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